El Natahoyo

En la época romana era conocido el lugar como Villa Ataulio. De ahí derivaron otros nombres que dieron lugar a topónimos actuales como Atalía. En la Edad Media se sabe que hubo industrias del salazón de pescado. El 5 de abril de 1078 el obispo Pedro compra a Mayor Froilaz y a sus hijos la villa de Ataulio (el actual Natahoyo) con sus derechos de pesca y producción salinera por la suma de 1375 sueldos (un caballo de 150 sueldos, un vestido de 800, 350 en monedas y un vaso de plata de 75 sueldos).
En los últimos siglos era un coto señorial de la jurisdicción del marqués de San Esteban del mar del Natahoyo y conde de Revillagijedo. Tenía 632 días de bueyes de extensión. Medía un cuarto de legua de oriente a poniente y lo mismo de norte a mediodía. El coto estaba comprendido en la parroquia de San Juan de Tremañes. El título de marqués de S. Esteban del Mar de Natahoyo le fue concedido en 1708 a don Carlos Miguel Ramírez de Jove, comisario provincial de Artillería de Asturias. Había en el coto 14 vecinos y una viuda. Cada vecino pagaba al año una gallina, valorada, en el año 1752, en dos reales de vellón; además pagaban entre todos nueve reales de vellón y catorce maravedís. No pagaban diezmos de ganado pero sí de los frutos que cosechaban en las heredades. Contaba el lugar en 1828 con 115 habitantes que en 1849 se elevaban a 190.

La ampliación del puerto local por parte de la Sociedad del Fomento y la ubicación de la estación terminal de la línea del Noroeste en terrenos de su jurisdicción confirió a la zona una situación privilegiada. El sector limitado por las líneas de ferrocarril y el mar fue asentamiento natural de instituciones fabriles en el momento de la industrialización gijonesa (1870-1898). La carretera de Candás sirvió como eje vertebrador del crecimiento.

La primera factoría levantada fue la fábrica de loza La Asturiana a la que acompañó la construcción de 16 viviendas para obreros. Tres años más tarde lo hizo la siderúrgica de Moreda entre las líneas de los dos ferrocarriles que confluían en la ciudad. En un sector contiguo se ubicó en 1890 la refinería de petróleo de Rufino Martínez, en el lugar que a partir de 1930 ocuparon las instalaciones de la CAMPSA. Por esa época, al otro lado de la carretera de Candás se creaba el dique seco de Cifuentes y Stoldtz y en 1893 la fábrica de cerveza de Suardíaz y Bachmaier. La afluencia de capitales antillanos quedó reflejada en el Natahoyo con la aparición de la factoría de la Sociedad de Aceites Vegetales en 1901, en un momento en el que ya estaba configurado como barrio fabril de Gijón. Proliferaron las ciudadelas, habitaciones para obreros, con escasos servicios y condiciones higiénicas deplorables. Se conservaron las últimas en la calle Mariano Pola y El Cortijo. En 1914 el barrio tenía 776 habitantes.

Los Astilleros

En 1888 se fundó el astillero de Cifuentes y Stoldtz, cuyos orígenes estaban en una fundición que tenía Stoldtz desde mediados del siglo en la zona donde ahora está el Mercado del Sur. En 1901 la sociedad fue absorbida por la Sociedad Española de Construcciones Metálicas de José Orueta y al dique le añadieron talleres de fundición, calderería y fabricación de piezas de maquinaria. Tras la guerra civil se integró en el grupo Duro-Felguera y a mediados de los ochenta se disolvió para insertarse Naval Gijón, en ese momento daba empleo a más de 650 trabajadores.

En 1901 inició su actividad el astillero Riera que en 1952 fusionó su actividad con los Astilleros del Cantábrico que habían sido fundados en 1906 junto a los muelles de Fomento. A principio de los ochenta daban empleo a casi 600 personas. Cerraron en 1985. 

En 1900 se fundó un nuevo astillero junto al de Cifuentes y Stoldtz, en 1906 fue autorizada la sociedad a ocupar un terreno en la desembocadura del rio Cutis, estas instalaciones fueron compradas en 1909 por Manuel Lóring, conde de Mieres para fundar la Constructora Gijonesa. En 1925 pasó a manos de la familia Juliana, y en 1956 fue transferida a la Compañía Euskalduna de Construcción que en en 1969 se integró en el grupo de Astilleros Españoles del Instituto Nacional de Industria. A mediados de los años ochenta esta empresa tenía más de mil trabajadores.

 La Sociedad de Astilleros de Gijón se constituyó en 1920 y en 1935 sus activos fueron transferidos a los Astilleros del Cantábrico.

 

Parque de la Fábrica de Loza

En 1876 Mariano Pola y José Rosal fundaron en este lugar del Natahoyo la fábrica de loza "La Asturiana" que en 1901 daba trabajo a 50 mujeres y 270 hombres, produciendo 3.640.000 piezas anuales. De su construcción se encargaron ingenieros ingleses, siendo el motivo de que su loza feldespática nada tuviera que envidiar a la inglesa. Trajeron de Inglaterra la valiosas chapas de cobre para realizar, bajo barniz, bellos estampados, en un azul purísimo muy similar a los conseguidos por la Real Fábrica de Sargadelos. Las figuras, platos de colgar, jardineras y jarrones realizados para la Exposición Regional de 1899 asombrarían a los visitantes. Fue considerada una de las tres mejores fábricas de loza de España, junto con las de San Juan de Aznalfarache y La Cartuja, ambas en Sevilla. 

Fue la primera en establecer la llamada "semana inglesa" para los empleados de las oficinas, que consistía en  44 horas semanales con descanso los sábados por la tarde, lo que era todo un privilegio laboral en la época . Los obreros que trabajaban en contacto directo con la arcilla, debido a la sílice, solían tener una vida laboral breve, porque la falta de medidas de protección hacía que contrajeran la silicosis. 

En 1988 se derribaron las instalaciones y la fábrica pasó a Porceyo bajo la denominación de Porcelanas del Principado. El volante de la antigua máquina de vapor que suministraba energía para la maquinaria de la fábrica se conserva en los jardines de la Escuela de Ingenieros Industriales de Gijón.

 

Parque de la Fábrica de Moreda

En estos terrenos se encontraba una fábrica siderometalúrgica fundada en 1879 con el nombre de Moreda y Gijón, con capital francés.

En 1880 se levantaba el primer horno alto, además de un taller de pudelar (hacer dulce el hierro colado, quemando parte de su carbono) con cinco hornos, dos trenes de laminación, taller de trefilería, galvanizado y otro donde se fabricaban puntas (los famosos "clavos" de Moreda).Se fabricaba moldería de acero y hierro, lingote, acero y laminados en pequeña escala.  En 1899 se vendió la factoría a la Sociedad Industrial Santa Bárbara, fundada en 1893 por José Tartiere Lenegre.

José Tartiere  era un ingeniero industrial de origen vasco que ya había fundado en Llanera una fábrica de explosivos, más tarde Santa Bárbara y la Unión Española de Explosivos, así como otras empresas relacionadas con la minería, los trenes y la banca (Banco Asturiano); murió en 1927 y tiene un monumento en el Campo de San Francisco en Oviedo. 

La fábrica de Moreda -Santa Bárbara- llegó a tener setecientos obreros y alcanzó su máxima producción durante la I Guerra Mundial, al escasear los productos siderúrgicos. Después de la Guerra Civil la fábrica sufre transformaciones especializándose en el trefilado de alambre. En 1961 se forma la Unión de Siderúrgicas Asturianas (UNINSA) entre Santa Bárbara, Fábrica de Mieres y Duro Felguera. En 1973 UNINSA pasa a depender de ENSIDESA, pasando los productores a la factoría de Veriña, exceptuando los de Talleres de Trefilería, que quedaron independientes de ENSIDESA, y que continuan su actividad en Tremañes bajo la denominación Trefilería de Moreda S.A. 

En la década de los ochenta se vendieron las antiguas instalaciones de la Fábrica de Moreda para chatarra y se derribaron sus edificios.

 

Camino del Cortijo

Frente al actual parque de la Fábrica de Loza, casi esquina a la calle Zaragoza se encuentra una pequeña ciudadela , tras una puerta que la oculta parcialmente. Esa ciudadela, llamada Ciudadela del Cortijo dio nombre al barrio y posteriormente a la calle, a su vez el nombre era tomado de un antiguo taller de curtidos de pieles que se estableció en 1772 en la zona que luego ocuparía la Fábrica de Loza. En 1870 aún existía dicho taller.

Las ciudadelas eran habitáculos pequeños, de ínfima calidad, para obreros, típicos de la época de la revolución industrial, construidos desde el último tercio del siglo pasado. Solían tener escasas condiciones de higiene, con un patio común, al que se accedía por una única puerta desde la calle. Tenían retrete común y, en el mejor de los casos lavadero y pozo también comunitarios. En el Natahoyo además de la del Cortijo, se ubicó la ciudadela conocida como patio de Maximino Miyar. En Gijón existieron más de un centenar de ciudadelas. En otros lugares de España se conocieron con otros nombres. En Canarias se llamaron también ciudadelas o portones, en Oviedo barrios ocultos, en Andalucía patios o corrales, en Madrid casas para jornaleros y en Oporto ilhas.

 

Fermín Suárez

En 1932, una vez proclamada la república, a propuesta del concejal Rafael González, siendo alcalde Fernández Barcia, se le da el nombre de Fermín Suárez a la calle paralela a Mariano Pola que daba al mar. Fermín Suárez era un perito agrícola que daba clases gratuitas a los chavales de la zona del Natahoyo. Su lema era "Escuelas abiertas, cárceles cerradas". Los vecinos le nombraron alcalde de barrio y más tarde concejal. Después de 1939 dejaron la calle como Suárez, hasta que la Asociación de Vecinos y parientes volvieron a solicitar el primitivo nombre en 1989.

 

Padre Máximo González

Nació en Valdestillas, Valladolid el 11-5-1906. Ingresó en el noviciado de la Compañía de Jesús en Salamanca. Estudió filosofía en Marneffe (Francia), Teología en Portugal, Burgos y en la Universidad Pontificia de Comillas (Cantabria). Allí fue ordenado sacerdote. En 1940 fue destinado a la residencia de los jesuitas de Gijón. Dirigió la congregación de los kostkas, con domicilio en la calle Covadonga, 3. Allí comenzó a recoger niños pobres. En 1942 se trasladó al barrio del Natahoyo y fundó, ya como internado y colegio de Enseñanza, el Hogar de San José. Dirigió esta institución hasta 1952 en que se retiró a descansar, ya falto de salud, a Oña (Burgos), pasando el resto de su vida como capellán de religiosas de clausura en Palencia y Valladolid. Murió en Palencia el 15-7-1971. Al día siguiente fue enterrado en el cementerio de la Comunidad de Jesuitas en Villagarcía de Campos. Le dieron el último adiós 52 niños del Hogar de San José de Gijón que se encontraban allí de vacaciones veraniegas.