Un chivatazo acabó con su vida. El 14 de octubre de 1952, Ramón González González, ‘Ramonón el de Les Codes’, bajó a La Camocha a casa de su primo, como había hecho tantas veces, tras guarecerse en el monte. Sólo que esta vez le estaban esperando. El último maqui de Gijón agotaba su lucha contra el franquismo, víctima de una emboscada de la Guardia Civil en la calle de las Carboneras. Casi sesenta años después no está claro si fueron las fuerzas del orden las que le abatieron a tiros o fue el propio Ramonón el que, acorralado, puso fin a su vida.
La duda pervivía ayer en la memoria de sus hijas, Estrella y Ana María González Fernández, así como en la de su sobrino, José González Zapico ‘Pepín’, quien hizo las veces de portavoz de la familia. La lucha de ‘Ramonón el de Les Codes’ se había prolongado hasta trece años después del final de la guerra civil. Y llegó a su punto final en el Poblado de La Camocha, donde ayer el Ayuntamiento le brindó un homenaje y le dedicó una placa, con una leyenda en asturiano: ‘Na so alcordanza, en so honor y gloria, asina como a la de tolos fugaos y enllaces, lluchadores pola libertá y la llegalidad republicana. 14 de abril de 2011′.
«Llega tarde»
‘Pepín’, sobrino de Ramón González González, el último maqui de Gijón, agradeció el reconocimiento brindado a su tío en La Camocha, aunque lamentó que «llega tarde», pues a los dos hermanos de Ramonón «les hubiera gustado verlo y ya han fallecido», constató.
La comitiva política presente destacó que el objetivo del homenaje es, por una parte, aplicar la ley de la memoria histórica, que busca saldar una deuda con los protagonistas defenestrados del pasado, pero también calar en las generaciones más jóvenes la idea de que merece la pena luchar por la libertad y los derechos de los desfavorecidos, como hicieron en su día los defensores de la República. La consejera de Bienestar Social, Noemí Martín, animó a «recuperar ese ejemplo» de la resistencia antifranquista y a «seguir trabajando, hoy en mejores condiciones, para que no nos arrebaten, que camino de ello van, los derechos que hemos conseguido a base de pelear».
Jesús Montes explicó que el compromiso de Gijón con la causa republicana no sólo provocó bombardeos y muerte durante la guerra, sino también represión y fusilamientos que se prolongaron hasta finales de 1952. El portavoz de IU recordó que los republicanos pensaban que al final de la Segunda Guerra Mundial «alguien se acordaría de España, pero no fue así». Añadió que personas como Ramón González merecen «honor y reconocimiento» y acabó sus palabras con un «Viva la República» que fue coreado por los asistentes.
El secretario general del PSOE de Gijón, José Manuel Sariego, se sumó a la conmemoración, que calificó como «un acto de compromiso del gobierno de la ciudad por recuperar la memoria social» y deseó que las «próximas corporaciones» continúen la misma política.
El asedio que adelantó la guerra en Gijón
El asalto al cuartel de Simancas marcó el inicio de la contienda en Asturias con su «disparad contra nosotros; el enemigo está dentro»
E. MÉNDEZ / P. GALLEGO
Cada año, el 20 o el 21 de agosto, un grupo de hombres y mujeres se reúne en la iglesia del Colegio de la Inmaculada, en Gijón. Son quienes mantienen viva la memoria de los caídos del regimiento de Simancas, que el 21 de agosto de 1936, hizo ayer 75 años, caía en manos de la República, tras 33 días y 32 noches de asedio. Los últimos del Simancas, el regimiento de infantería de montaña n.º 40 instalado en el Colegio de los Jesuitas, acosados por los republicanos y comandados por el coronel Pinilla, fueron protagonistas de uno de los episodios clave en el inicio de la Guerra Civil en Asturias. Hoy, un monumento del escultor Manuel Álvarez Laviada rinde homenaje a los fallecidos en el otro «Alcázar» de la contienda, con el de Toledo: el de Gijón. Junto al monumento, la frase final del asedio: «Disparad contra nosotros; el enemigo está dentro».
«Fue una heroicidad. Durante un mes soportaron la aviación, los cañones, a mineros cargados de dinamita, pero no fueron suficientes. Aun así, que las granadas se centrasen en el Simancas evitó ataques a Oviedo o a otros sitios, pero adelantó la guerra en Gijón». Quien habla es José Antonio Montero, que el próximo noviembre cumplirá 98 años. Montero vive en Gijón, en la villa del Simancas, y es de los pocos supervivientes asturianos de cuantos participaron en la División Azul, el grupo de combatientes españoles que durante la II Guerra Mundial fue hasta la Unión Soviética para luchar contra el comunismo con el Ejército de la Alemania nazi. Memoria viva de dos de las guerras que marcaron el siglo XX, en Europa y en España.
En su domicilio, Montero atesora libros y documentos relativos a un asedio cargado de dramas y tensiones bélicas. En Gijón, durante el asedio al cuartel en el que resistían los sublevados, igual que en el Alcázar de Toledo, los libros de Historia cuentan que se utilizó a esposas, novias e hijos de los militares para presionar a los acuartelados: «Ríndete, papá... ríndete», escuchaban. Los del regimiento del Simancas y los del cuartel de zapadores de El Coto, un centenar, que había caído cinco días antes y cuyos ocupantes corrieron en apoyo de sus compañeros para morir sólo cinco días después. Los nombres de los caídos siguen en el cuartel, en las lápidas colocadas en la capilla colegial de la Inmaculada, lugar del homenaje de cada año.
A primeros de agosto de hace 75 años, con los gijoneses desplazados a la zona rural, la lucha se centraba exclusivamente en torno al cuartel de Simancas. El coronel Antonio Aranda, máxima autoridad militar en la Asturias de la época, «sabía con qué gente podía contar para la sublevación» contra la República, explica Montero, «aunque algunos le fallaron». No el responsable militar de Gijón, el coronel Pinilla Barceló, responsable del Simancas, base de toda la guarnición militar de la ciudad desde su creación, en 1935, por el ministro de Guerra José María Gil Robles.
El cuartel se puso de parte de los sublevados y durante 33 días soportó el asedio de las milicias obreras, con el apoyo del crucero nacional «Cervera», que trató de contrarrestar a cañonazos la dureza del asedio. «El Simancas evitó que los milicianos pudiesen atacar Castilla», aseguraba hace cinco años, en el 70.º aniversario de la caída del cuartel, el nieto del coronel Pinilla, el también coronel Antonio Pinilla Alonso. Su padre, el general Luis Pinilla, vivió el asedio al Simancas con 15 años, y en una entrevista con este periódico evocaba los días previos al fin del asedio: «Amenazaron a mi padre con matarnos si no se rendía», rememoraba Pinilla, ya fallecido, 66 años después de aquellos hechos.
En el cuartel, pequeños robos en comercios cercanos y algunos animales -entre ellos, dicen, una vaca lechera- ayudaron a los militares a resistir frente al ataque, hasta que el frente republicano pudo más. Con el «Cervera» a la espera en aguas gijonesas, poco después de las siete y media de la mañana -según cuenta el historiador Javier Rodríguez en el volumen «La Guerra Civil en Asturias», editado por LA NUEVA ESPAÑA-, comenzó el último ataque al Simancas. Tras hora y media de fuego de artillería, hacia las nueve de la mañana uno de los proyectiles lanzados desde Ceares impactó en la cubierta de la esquina suroeste del cuartel, cuya estructura de madera ya estaba al descubierto. La granada originó un incendio que rápidamente adquirió grandes proporciones.
La situación se hacía insostenible, el fuego se extendía, los republicanos sometieron al edificio al cañoneo de artillería de diferentes calibres y dinamita para derribar los muros del cuartel, y los defensores se vieron obligados a salir al patio exterior. Al caer la tarde, el coronel Pinilla reúne a los jefes y oficiales amotinados para despedirse: el fuego desatado hace imposible la defensa del cuartel. Menos de una hora después, por un agujero abierto en el muro principal del edificio empezaron a entrar los milicianos.
Es entonces cuando el oficial de comunicaciones logra hacer funcionar uno de los aparatos de transmisión para enviar un mensaje al «Cervera». El mensaje remitido desde Simancas es el siguiente:
-El enemigo está dentro. Disparad contra nosotros.
La llamada «gesta del Simancas» fue silenciada por la propaganda del bando nacional hasta el final de la guerra en Asturias, pero el mismo día de la toma del cuartel, el líder socialista Indalecio Prieto escribe en «El Liberal» de Bilbao contra el «heroísmo inútil» de la resistencia.
El sentido del mensaje enviado por el Simancas sigue despertando el interés de los historiadores, así como el paradero de la colección de dibujos y bocetos de Jovellanos que se custodiaba en el cuartel y que algunos dicen fue puesta a buen recaudo antes de ser pasto de las llamas. Hoy, una maqueta conservada en el Colegio de los Jesuitas muestra a las nuevas generaciones el estado de destrucción en el que el Simancas quedó tras la contienda. «La historia es como ha sido, no como quisiéramos que fuera», sentencia el preside de la Hermandad de Defensores de Oviedo, Fermín Alonso Sádaba.
Combate en el muro de Gijon
«El efecto de la guerra es el mismo hace 75 años en Gijón que hoy en Libia»
El Teatro Dindurra en ruinas, como el Palacio de Revillagigedo. Edificios destruidos por toda la ciudad. También los depósitos de Campsa. Heridos en decenas de camillas en el Hospital de Caridad. Bombas SC-250 utilizadas por la Legión Cóndor sobre Gijón. Carteles con instrucciones a seguir en caso de bombardeo aéreo. El sonido de las sirenas… 75 años después, la ciudad rememora por primera vez los quince meses que vivió bajo el terror de las bombas: entre julio de 1936 y octubre de 1937. Y lo hace con una exposición, en la Biblioteca Jovellanos, comisariada por Héctor Blanco y organizada por la Concejalía de Memoria Social, la Consejería de Bienestar Social y Ateneo Obrero de Gijón. La inauguración, hoy, a las 19.30 horas.
-¿Por qué hasta ahora se ha hablado tan poco de los bombardeos que sufrió Gijón y tanto de otras cuestiones de la Guerra Civil?
-Primero, porque el propio régimen intentó ocultarlo e, incluso, atribuirle la autoría al bando republicano. Un ataque militar sobre poblaciones civiles indefensas no era motivo de vanagloria. También, porque es la parte de la guerra que se refiere a la vida cotidiana de la gente corriente… No hay aquí grandes nombres, ni gente conocida, ni grandes gestas militares… Es gente corriente y la gente corriente pasa por la vida como puede…
-Pero incluso en los años siguientes no ha sido un tema a investigar. Ni siquiera los refugios, que quedaron abandonados.
-En los años inmediatos a la posguerra ya no se difunde este tema. Sólo se difunden las gestas, lo que el Estado considera oficialmente memorable. En el caso de Gijón, hay cantidad de información sobre Simancas, pero el resto no interesaba, no se iba a incluir en ningún libro de la gloriosa guerra del Movimiento Nacional. Y, por otro lado, en cuanto se reconstruye la ciudad y la gente vuelve a la vida normal, lo que no ves, no lo tienes presente. Había refugios que tenían antes de la guerra, y recuperaron, luego usos concretos, como los sótanos y portales. Y los que se construyeron específicamente para ese fin, como búnqueres y túneles, desaparecen cuando se reconstruye la ciudad o quedan ocultos en el subsuelo. De lo que no se habla y no se ve se olvida con facilidad.
-¿Sufrió Gijón bombardeos diarios?
-No. Hubo dos picos en cuanto a intensidad de los ataques. El primero va del 29 de julio de 1936 y el 10 ó el 15 de agosto de 1936. Corresponde con los momentos más fuertes del sitio de los cuarteles de Simancas y El Coto. En ese momento están bombardeando la ciudad un barco de guerra, la aviación nacional y la republicana y la artillería republicana, que ataca los cuarteles, más la artillería que sale de los cuarteles para defenderse. Coincide con el inicio de la guerra, la gente no sabe lo que sucede, no lo ha visto nunca, no sabe qué hacer y muchos huyen de Gijón. El segundo pico se da entre agosto y octubre de 1937, con bombardeos casi diarios, a veces más de uno al día, con la participación de la Legión Cóndor, es decir, la maquinaria bélica más moderna y sofisticada que existía, con bombas de 250 kilos.
-Considerables…
-Más teniendo en cuenta que las que se usaban al principio de la guerra eran de entre 12 y 60 kilos. Por el medio hubo ataques esporádicos. El objetivo principal era el puerto, pero hay una conciencia clara de que la ciudad era un objetivo bélico per se. Ya en agosto de 1936 empieza a haber bombardeos que a la vez que van a atacar objetivos bélicos dejan caer bombas sobre el casco urbano. Por tanto, hay una conciencia rápida de que la ciudadanía está indefensa frente a la estrategia bélica. En noviembre de 1936 se activa una organización coordinada para la protección civil, basada en la habilitación de refugios. Gijón es una de las primeras ciudades bombardeadas de España: el primer bombardeo fue el 22 de julio, y aquí la guerra oficialmente había empezado el 19. Y el último fue el 20 de octubre de 1937. Fueron 15 meses con bombardeos y la población sabe que en cualquier momento puede estar en peligro. Esa es la parte más peculiar, la imprevisión…
-El no saber… Supongo que cuando suenan las sirenas los aviones ya están encima.
-En unos minutos. No hay radares. Y hay avisos que no se corresponden con ataques, pero el efecto de pánico, de miedo, de dejar lo que estabas haciendo, ir al refugio… Todo es igual, aunque luego no cayeran bombas.
-Incertidumbre las 24 horas…
-Sumada a las cartillas de racionamiento, a no saber qué le pasa a la gente que tengas en el frente… A todos los miedos y penalidades que supone la guerra.
«Gente indefensa»
-Víctimas fueron todos, pero ¿se sabe cuántos muertos hubo?
-Aquí en Gijón no es posible llegar a un cómputo total, porque lo que consta son los registros civiles. El forense certificaba la causa orgánica de la muerte, pero no qué te había causado eso. Los números son muy engañosos. Tan grave es que hubiera cinco como quinientos muertos, en una guerra absolutamente innecesaria como esta. Mi objetivo no era buscar cifras…
-¿Qué quería trasladar?
-Intentar dar una visión del efecto de la guerra sobre la gente corriente, que es el mismo hace 75 años aquí y hoy en Libia: gente indefensa a la que de repente se les echa encima una serie de proyectiles, que se los cargan, y queda ahí como si fuera algo normal. Uno de los objetivos era contar la experiencia de esa gente. Por eso hice el trabajo al revés. En lugar de empezar con la documentación, con el archivo, empecé por los testimonios y las entrevistas.
-¿Cuántos ha conseguido?
-En el libro que acompaña la exposición hay recogidos 14, de los que diez son inéditos. Son testimonios de gente que eran niños, que vivieron la guerra en Gijón, en distintos barrios.
-Con la importancia que tiene conseguir testimonios de una generación que va a desaparecer…
-Tienen una media de edad de más de 80 años… Esta década va a ser la última en la que podremos contar con el privilegio de poder registrar esa parte de testimonio oral.
Asturias,Revolución de Octubre de 1934,Buques de Guerra en Gijón,Musel
Foto tomada desde el musel probablemente.los buques de guerra Jaime I y almirante Cervera se dirigen a sofocar los últimos focos rebeldes de la costa asturiana.Muy bonita e históricamente intachable este documento.lástima de su pequeño tamaño,unos 8 cm,la clásica foto de particulares de esa época
Historia de 500 días de terror en Gijón
Feli Fernández recuerda, como si fuera hoy, el 14 de agosto de 1936. Tenía tres años. Su madre, Nieves González, cigarrera de Cimadevilla, salió aquella mañana de casa a pesar de los avisos de la abuela de Feli. “ ‘Hija, no salgas, que está la cosas muy revuelta’, le decía mi abuela, pero no hizo caso. Iba a la Pola por mercancía”, recuerda Feli Fernández. Al paso por la calle Jovellanos, justo donde hoy se erige la biblioteca que acoge la exposición, las sirenas rugieron, pero los viandantes no llegaron a tiempo al refugio. El bombardeo indiscriminado de la Legión Condor dejó 54 muertos, entre ellos la madre de Feli. Su vestido azul destacaba sobre la pila de cadáveres que los camiones llevaban al cementerio.
Gijón fue asediado desde el 20 de julio de 1936 hasta la caída del Frente Norte, en octubre de 1937. Las tropas fascistas eligieron la ciudad como capo de pruebas de su potencial armamentístico. “La población civil fue la víctima. Era una manera de desmoralizar a los combatientes republicanos: matar a sus familiares”, señaló ayer Jesús Montes Estrada, concejal de Memoria Histórica del ayuntamiento, el gran mecenas no sólo de la muestra sino también del libro homónimo y de la instalación audiovisual que simula un ataque aéreo.
Gijón bajo las bombas es fruto de la casualidad. Héctor Blanco halló los planos de cientos de refugios antiáereos mientras realizaba un estudio para la Empresa Municipal de Aguas. El historiador comenzó a tirar del hilo para descubrir una historia terrible e inexplicabelemnte silenciada. Ahora, la muestra está ahí como legado, como lección de historia para los más jóvenes
Tributo al último maqui
Una placa recuerda en La Camocha a Ramón González, guerrillero de la defensa republicana
Decenas de miles de pies pisan, a diario, el suelo de Gijón. Personas de todo pelaje, con una mirada de intenciones y objetivos. Muchos no saben que, hace 75 años, bajo el asfalto sobre el que ahora caminan, el terror se disparaba. Ahora, las gentes que disfrutan en paz de su ocio en Cimadevilla, quizá no sepan que ese escenario fue, un día, pasto de la guerra.
El subusuelo de Gijón es un circuito de cámaras secretas, muchas de ellas desaparecidas o selladas, en las que la población civil se protegía, aterrada, del horror de las bombas y los morteros. Cualquier sitio era bueno: hasta portales de viviendas o sótanos eran habilitados a modo de refugio contra la muerte.
El historiador ovetense Antonio Huerta ha catalogado un total de 154 construcciones antiaéreas, desde refugios propiamente dichos hasta meros portales o sótanos habilitados para que los gijoneses se pusieran a salvo de los numerosos ataques, tanto aéreos como desde el mar, que sufrió la ciudad en los primeros días de la Guerra Civil. Gijón fue bombardeada por la sangrienta Legión Cóndor entre agosto de 1936 hasta la caída del Frente Norte, en octubre de 1937. A los ataques de la aviación fascista se unió el acoso del buque Cervera, que asedió Gijón entre el 29 de julio y el 21 de agosto de 1936. No había previo aviso: bramaba la sirena y tocaba correr al refugio más cercano. Así era, y es, la guerra: la población civil es la primera víctima.
De los 14 refugios catalogados por Huerta, tan sólo sobreviven dos: el de Cimadevilla, el más conocido, con entrada por el actual edificio Paquet y conexión directa con el segundo refugio que se conserva: el de la Fábrica deTabacos. Otros, en su día multitudinarios como el de Begoña, han sucumbido a la expansión urbanística de Gijón. El de Begoña, por ejemplo, desapareció por la construcción de un aparcamiento subterráneo.
La construcción de refugios y parapetos comenzó incluso antes de los ataques de la aviación fascista. La Junta de Defensa Civil, de hecho, contabiliza en 1937 un total de 193: 117 sótanos, 51 portales y 25 refugios. El ritmo se intensifica en plenos asedio. El comité de guerra republicano habilita a la velocidad del rayo portales y sótanos, entre ellos el de la actual Escuela de Comercio, en la calle Tomás y Valiente. Además, la antigua iglesia de San Lorenzo, en Begoña, se convierte en el cuartel Máximo Gorki.
Donaciones populares El rápido avance de las tropas franquistas obliga, primero a la gestora municipal, encabezada por Avelino Mallada, y luego a la Junta de Defensa Civil a actuar con diligencia. El pueblo se vuelca. El 16 de octubre de 1936 ya se han recaudado 134.000 pesetas merced a donaciones populares, a las que se suman 97.000 procedentes de una subvención de la Junta de Defensa Civil al ayuntamiento.
La población civil se vuelva en la construcción de refugios: el sindicato agrario, los trabajadores de Correos, la Policía municipal… Sin embargo, un gremio sería imprescindible para la habilitación de túneles subterráneos: los mineros.
Se establecen turnos de trabajo para la población civil: los varones de entre 20 y 45 años están obligados a trabajar en la construcción de túneles, sobre todo los de los refugios de Cimadevilla y Begoña, así como en la habilitación de portales y sótanos. La Junta de Defensa Civil establece el mínimo de horas de servicios a la comunidad: 60 horas en tres meses. El avance de los nacionales obliga a aumentar el ritmo de trabajo. Así, los varones de entre 17 a 19 años y de 45 a 56 son invitados a colaborar, aunque de manera voluntaria.
Gracias al esfuerzo, Gijón cuenta con 193 refugios en 1937. Trabajo récord en tiempo récord. Guiados por los ingenieros municipales, los gijoneses crean hitos, como el refugio de Cimadevilla, de 72 metros de longitud y una capacidad para 1.200 personas. Otros, como el de El Musel, tenían cocina y hospitalillo. Todo por el bien común y defensa de la población civil.
Coples tiraes peles ventanes
de la Cárcel Modelo d'Uviéu
polos presos del 34
(Música de "La bella Lola")
Cuando en Octubre en toda España
se oyó la voz de la Revolución,
Asturies brava salió a la calle
con energía y gran valor
Asturies brava salió a la calle
con energía y gran valor
Después de los días de la gran batalla,
de haber vencido la reacción
noticias llegan de Cataluña
con la gran prueba de su traición
Los catalanes, su cobardía
nos demostraron con su valor,
aquellas gentes que tanto hablaban
y amenazas a la nación.
Aquellas gentes que tanto hablaban
y amenazas a la nación.
Perdido todo, la retirada
Asturies arde con gran dolor,
al mismo tiempo de ser tomada
por tres Banderas de la Legión
Al mismo tiempo de ser tomada
por tres Banderas de la Legión
También los moros con carta blanca
invadieron nuestra región,
muertes de aquellos, robos y atracos,
y hasta inclusive la violación
Muertes de aquellos, robos y atracos,
y hasta inclusive la violación
De nuevo en manos del enemigo
nuestros valientes lo pasan mal,
son detenidos, martirizados
por los esbirros del ruin Noval
Son detenidos, martirizados
por los esbirros del ruin Noval
Esta mañana junto a mi celda,
un pajarillo vino a cantar,
era la pobre, ay, de mi madre
que a su hijo amado venía a llorar.
Era la pobre, ay, de mi madre
que a su hijo amado venía a llorar
Ay, madre mía, no tengas pena,
porque a tus hijos les falte el pan,
que a estos verdugos que nos maltratan
los venceremos sin vacilar.
Que a estos verdugos que nos maltratan
los venceremos sin vacilar
soldados nacionales retiran una placa a su entrada en Gijon
Carta a los socialistas gijoneses proponiendo acciones unitarias
Comité de Radio de Gijón
A la Agrupación Socialista de Gijón
Estimados camaradas, salud:
Los últimos acontecimientos de Austria, Alemania, síntomas inconfundibles de la preparación de la GUERRA, a la política reaccionaria del Gobierno Samper-Gil Robles, las continuas recogidas de “Avance”, “Solidaridad Obrera”, “El Socialista”, “Mundo Obrero”, y suspensión del diario confederal “CNT”, la enorme cantidad de obreros parados, los continuos ataques de las empresas a las condiciones de vida de los obreros, las continuas provocaciones de los fascistas, etc. Exigen de los trabajadores una acción inmediata y enérgica que ponga fin a todos estos atropellos.
Con tal motivo y con el fin de llevar la lucha unificada contra la GUERRA y el Fascismo, el C. Central de nuestro Partido, se ha dirigido con una proposición concreta de lucha a la Comisión Ejecutiva de vuestro Partido. La contestación dada a nuestro C. Central ha sido negativa. Posteriormente el Comité Provincial de nuestro Partido ha hecho lo mismo con la federación socialista de ASTURIAS, obteniendo los mismos resultados.
Pero a pesar de las negativas sistemáticas de vuestros dirigentes a organizar la lucha en común, nosotros convencidos de que ésta es realizable como lo demuestran los hechos de Francia, Austria e Italia, y también los de Toledo, Granada, Pamplona, etc. A la unidad de acción se llegará porque vosotros obreros socialistas estáis interesados en ello también.
Nosotros por otra parte estamos completamente convencidos de que únicamente por medio de la acción común de todos los trabajadores, podremos impedir los avances de la reacción, al mismo tiempo que elevamos la moral de lucha de los trabajadores y los preparamos para el asalto al poder.
Si estáis de acuerdo con esto, os proponemos la discusión cordial de las proposiciones que a continuación se os indican (a las cuales podréis agregar las que creáis por conveniente), la organización en esta localidad, de mítines donde participen oradores Socialistas y Comunistas, asambleas de obreros socialistas y comunistas, manifestaciones, etc.
1º Contra la movilización de los RESERVISTAS para las próximas maniobras.
2º Por la suspensión del mitin de Royo-Vilanova, del día 26 en los Campos.
3º Contra la concentración católico-fascista de Gil Robles en Covadonga el día 9 de Septiembre (para esto proponemos como uno de los medios eficaces de impedir la manifestación, la huelga general).
4º Contra la Guerra y el Fascismo, por la libertad de Thaelmann y de todos los presos antifascistas alemanes.
5º Por la libertad de todos los presos político-sociales de nuestra clase.
6º Por el desarme de todas las fuerzas de la reacción y armamento de los obreros y campesinos sobre la base de las Milicias Antifascistas Obreras y Campesinas.
7º Por el subsidio a los parados no menor de 3 pts. Diarias.
8º Contra las recogidas de la Prensa Obrera.
Con esto consideramos que detendremos los avances del fascismo y daremos un formidable paso hacia la conquista del poder para los Obreros y Campesinos.
Desearíamos contestaseis concretamente si estáis dispuestos o no a luchar junto con nosotros por todas o algunas de estas reivindicaciones.
Os participamos que de acepta estas proposiciones de acción común, mientras ésta dure en la localidad no habrá ataques recíprocos de ambos Partidos.
SALUDOS REVOLUCIONARIOS.
Gijón 21 de agosto de 1934. El Secretariado.
FUENTE: Archivo Histórico del PCE (Madrid), Sección Documentos, F. VII (109).
Campo de Concentración (provisional) de la Plaza de Toros de Gijón
Muy dañada durante los combates de Julio y Agosto de 1936 contra los militares nacionalistas sublevados en los cuarteles de Simancas y Zapadores, la Plaza de Toros de Gijón presentaba este aspecto en Octubre de 1937.
La Plaza de Toros de Gijón fue utilizada provisionalmente como campo de concentración durante las semanas posteriores a la ocupación de Gijón por las tropas nacionalistas.
Según el relato de Enrique Llera, que estuvo detenido en la Plaza de Toros de Gijón, el número de prisioneros era de varios miles. La mayoría eran milicianos, pero también había civiles. La custodia exterior del recinto corría a cargo de tropas del ejército franquista y la vigilancia interior la hacían policías de Asalto. Los de Asalto golpeaban a los prisioneros al menor pretexto, por contra, los oficiales que mandaban a los soldados de la guardia exterior, durante el tiempo que estuvo Llera, no permitieron el paso a las patrullas de falangistas que pretendían sacar prisioneros para asesinarles. En este sentido, los prisioneros de la Plaza de Toros estuvieron mucho más seguros que los de otras cárceles y prisiones provisionales de Gijón.
Los prisioneros podían pasear libremente tanto dentro de la plaza como en el recinto exterior cercado con verjas que la rodeaba, dormían en el suelo y combatían el frío haciendo hogueras con tablas de la propia Plaza. La comida era escasa, pero se permitía que los familiares entregasen paquetes con ropa y comida a los prisioneros.
El chalet y clínica psiquiátrica del doctor Salas, colindante con la Plaza de Toros, se utilizó como oficina para tomar la filiación de los prisioneros. Un día de mediados de Noviembre se ordenó formar a todos los prisioneros asturianos. A pie y escoltados por los guardias de Asalto, fueron conducidos al puerto de El Musel, donde embarcaron a bordo del "Alfonso Senra" que les condujo hasta La Coruña. La expedición estaba formada por un total de 1.047 prisioneros. En La Coruña se les volvió a tomar declaración antes de ser conducidos en el buque hasta la ría de Arosa, donde fueron internados en el Campo de Concentración de Rianjo.
Campo de Concentración (provisional) de La Harinera.
Las instalaciones de La Harinera de Gijón Fabril fueron utilizadas como campo de concentración de prisioneros. (Foto: C. Suárez . "Gijón 1920-1935" Fundación Alvargonzález)
Este campo de concentración funcionó durante los primeros meses que siguieron a la ocupación total de Asturias por las tropas nacionalistas.
Relación de prisioneros que son trasladados desde La Harinera a la prisión provisional de El Cerillero.
Ejemplo de una relación de presos trasladados al campo de concentración de Candás desde la cárcel de El Coto de Gijón.
Luis Suárez Alvarez, 34 años, de Bigaña-Belmonte
José Rodríguez Polo, 32 años, casado, jornalero, Mieres
Francisco Labarga Serrano, 39 años, casado, guardia municipal, Gijón (en el Coto)
Eugenio Pérez Rodríguez, 23 años, soltero, Ujo-Cortina.
José Alvarez Trelles, 54 años, casado, reconocedor obras, Trubia.
Braulio Carrasco Juzgado, 53 años, zapatero, Avilés.
Antonio López Menéndez, 44 años, viudo, marinero, Avilés.
Francisco Agudo Solana, 33 años, soltero, zapatero, Balmori.
Benito Encinas Mangas, 26 años, soltero, militar, Salamanca.
Bernardo Valdés Fernández, 46 años, soltero, médico, Belmonte.
Aurelio Rodríguez Rodríguez, 46 años, casado, labrador, C. Narcea.
Ricardo Méndez Beltrán, 33 años, soltero, panadero, Luarca.
Alfredo Bayona Muñiz, 22 años, soltero, músico, La Luz-Avilés.
José González García, 37 años, soltero, oficinista, Luarca.
Belarmino González Rodríguez, 22 años, soltero, minero, Villablino.
Amadeo Fernández García, 36 años, casado, comerciante, San Juan de la Arena.
Nicanor Fernández González, 40 años, casado, pescador, San Juan de la Arena.
Manuel Rodríguez González, 25 años, soltero, labrador, Cangas del Narcea.
Manuel Rodríguez Vega, 22 años, soltero, labrador, Pola de Allande.
Antonio González Fernández, 46 años, casado, pescador, La Arena.
Antonio Fernández Ramos, 26 años, soltero, minero, Ciñera-Lugo.
Eustaquio Puente Pérez, 38 años, casado, aserrador, Eiros-Tineo.
José Manuel García García, 32 años, casado, labrador, Pravia.
Manuel Rodríguez Cortina, 43 años, casado, chófer, Tineo.
Adelino Fernández López, 29 años, soltero, labrador, Tineo.
Alejandro Alvarez Amores, 38 años, soltero, labrador, Tineo.
Aurelio Alvarez Amores, 28 años, soltero, labrador, Tineo.
Segundo Alvarez Amores, 26 años, soltero, labrador, Tineo.
Manuel Vega Villarejo, 22 años, soltero, labrador, Tineo.
Enrique Alvarez García, 56 años, casado, panadero, Tineo.
José Rodríguez García, 45 años, casado, hojalatero, Tineo.
José Miguel Cortina, 39 años, casado, madreñero, Tineo.
Generoso Fernández Sánchez, 20 años, soltero, labrador, Los Calvos-Avilés.
Faustino de Pablo Pascual, 39 años, casado, peón, Mieres.
Ramón Román García, 20 años, soltero, jornalero, Pravia. (cárcel de Pravia)
José Fernández Morán, 49 años, casado, labrador, Pravia.
Alvaro Verdasco, 37 años, soltero, labrador, Belmonte.
Mariano García Fernández, 27 años, soltero, camarero, Tineo.
José Menéndez de Llano, 21 años, soltero, labrador, Tineo.
José Blanco García, 27 años, soltero, labrador, Tineo.
Mateo Arias Rabanal, 22 años, soltero, ferroviario, León.
Crisanto González Pérez, 27 años, soltero, chófer, Luarca.
Emilio Díaza del Valle, 26 años, casado, peón, Muros del Nalón.
Fernando García Fernández, 49 años, casado, caminero, Cartabio-Coaña.
Ramón Menéndez García, 42 años, casado, madreñero, Ranón-Soto del Barco.
Melchor Fernández González, 43 años, casado, marinero, Moreda-Aller.
Nicolás Fernández Fernández, 26 años, soltero, chófer, Ranón.
Segundo Rodríguez Martínez, 37 años, casado, labrador, Alava-Salas
TOTAL: 48 (menos los ingresados en la cárcel del Coto y en la de Pravia)