«Los nazis ensayaron en Gijón cómo bombardear a civiles»

16.10.2011 00:01

Autor de ‘Gijón bajo las bombas’. El historiador saca a la luz en su obra el asedio de los sublevados a la ciudad por tierra y por mar

Héctor Blanco, a la entrada del refugio antiaéreo de Cimavilla. Armando Álvarez Héctor Blanco, a la entrada del refugio antiaéreo de Cimavilla. Armando Álvarez

20/07/2011 00:00 /

El historiador Héctor Blanco (Mieres, 1970) se encontró por casualidad, en 2002, con una de las historias más terribles de las que tuvieron lugar en Gijón a lo largo de la guerra civil. Blanco rastreaba los archivos municipales en busca de estructuras de abastecimiento de aguas para un estudio que le había encargado la Empresa Municipal de Aguas. En una carpeta apareció un glosario de refugios antiaéreos edificados en la ciudad entre 1936 y 1937. Aquello le sonó raro, así que ahondó en el asunto para destapar el atroz bombardeo a la ciudad por parte de la Legión Cóndor en las primeras estribaciones del conflicto. Un suceso que había quedado silenciado y que él, en colaboración con varios supervivientes, logró rescatar del olvido y darlo a conocer a través de una exposición fotográfica y un libro: Gijón bajo las bomba s.

¿Qué le puso en la pista del bombardeo de Gijón? Principalmente, la desproporción entre la cantidad de datos que encontré y la información de la que se disponía. No había correlación entre las referencias literarias y la existencia de tantos refugios antiaéreos. Aquello significaba que había pasado algo en la ciudad que no había sido lo suficientemente estudiado. Había bastantes detalles de los diez días de acoso del buque Cervera , pero tenía que haber algo más. Ese “algo más” que descubrí con el tiempo era el ataque indiscriminado de una potentísima maquinaria de guerra contra una sociedad civil indefensa e inexperta.

¿En qué consistieron los bombardeos a Gijón? Los bombardeos los lleva a cabo la Legión Condor , de la aviación alemana. Franco permitió a los alemanes hacer en Gijón un ensayo general de la Segunda Guerra Mundial que ya se estaba gestando.

¿Cuándo comenzó el ataque? Gijón fue una de las primeras ciudades de España en ser bombardeadas en la guerra civil. El primer ataque se produjo el 22 de julio de 1936. El último, el 20 de octubre de 1937. En total, quince meses de bombardeos, no diarios, pero sí frecuentes. La frecuencia se intensificó entre agosto y octubre de 1937. De todas formas, hay que tener en cuenta que el bombardeo no fue un caso puntual, sino que toda la Asturias republicana estuvo sometida a ataques aéreos. Ahí está el caso de Cangas de Onís, que quedó completamente destruida y que ha pasado a la historia como el Gernika asturiano, o el pueblín de Tarna, que también fue arrasado.

¿Cuántos muertos causó el bombardeo? No se puede saber. Los informes sólo indican la causa fisiológica de la muerte: bien por el impacto de cascotes o metralla, bien por disparos... pero no existen fuentes o anotaciones que concreten los muertos por el efecto de las bombas. Los forenses, además, tan sólo estipulaban dos causas de muerte: o por fusilamiento o por accidente, y en esa categoría se englobaba desde un bombardeo a un tiroteo. Sí sabemos, sobre todo por la prensa de la época, cuántos civiles murieron en días determinados. Por ejemplo, el 14 de agosto del 36 murieron 54 personas. También hay constancia de las víctimas del primer bombardeo, el del 22 de julio del 36. Según las informaciones de la época, murieron tres personas en La Calzada, mientras que hubo dos heridos graves. Pero, a partir de ahí, la información periodística se restringe y no existe un cómputo global de muertos por los diferentes bombardeos.

¿Por qué se elige Gijón como objetivo de los sublevados? Gijón albergaba muchos factores que lo convertían en objetivo bélico. No obstante, antes del inicio de los bombardeos se produce una sublevación dentro de la ciudad el 20 de julio de 1936, como correlato de la de Oviedo, un día antes. Los sublevados de Gijón quedan cercados en El Coto y en Ceares. Esa rebelión atemoriza a la población. Luego, comienzan los ataques por tierra y mar, principalmente porque Gijón se convierte en la capital política y administrativa de la Asturias republicana. La ciudad alberga industrias que pueden proveer a los republicanos y, sobre todo, está El Musel, objetivo de primera magnitud por ser la entrada y salida de productos.

Gijón fue sitiado por mar y aire, ¿Por qué se produjo el acoso del ‘Cervera’? Para apoyar a los sitiados en El Coto y en el cuartel de Simancas. El Cervera ataca la ciudad, pero no consigue que los sublevados rompan el cerco y se hagan con Gijón. Pero el acoso del Cervera tiene otro objetivo: aterrorizar a la población civil. Era una suerte de guerra psicológica. Franco siempre puso en práctica un juego de terror con el que intentaba transmitir a la población la sensación de que eran vulnerables y que no tenían un lugar donde esconderse.

¿Cuáles fueron las zonas de la ciudad que más daños sufrieron? El Coto y el entorno del actual colegio de la Inmaculada, por entonces emplazamiento del cuartel de Simancas. Además, la zona comprendida entre La Cruz de Ceares y El Bibio queda arrasada, mientras que El Musel sufre importantes daños. Puede decirse que toda la ciudad resulta dañada porque los bombardeos no tenían un objetivo fijo, sino que eran ataques indiscriminados contra la población. Así, el Instituto Jovellanos, el palacio de Revillagigedo o el ayuntamiento salieron muy perjudicados.

¿Cómo reaccionó la población civil ante el ataque? La población civil no tenía ni idea de en qué consistía un ataque aéreo, así que no sabía cómo enfrentarse a uno, y mucho menos a una ofensiva de una maquinaria de guerra tan potente como era la Legión Cóndor . Las únicas recomendaciones que recibían era que, si divisaban u oían un avión, se escondieran donde pudieran. A su comienzo, los bombardeos causaron estupefacción entre la población civil, porque los ciudadanos no esperaban que pudieran ser objetivos bélicos, ya que no eran militares. Creían que nunca resultarían atacados. La segunda fase fue la del pánico. Muchos huyeron de la ciudad y se instalan en la zona rural. Otros abandonaban Gijón durante los bombardeos, se refugiaban en las afueras, y cuando terminaban regresaban a la ciudad.

Muchos de los testimonios de supervivientes que plasma en la exposición o en el libro pertenecen a personas que eran niños en el momento de los bombardeos. Sin embargo, su recuerdo es fresquísimo.

A esas edades todo es nuevo, así que vivir un acontecimiento de esa magnitud no se olvida nunca. Tener que meterse en un agujero bajo tierra, o incluso presenciar las explosiones, es un trastorno de la vida cotidiana. Pero, sobre todo, lo que destacaban era la novedad de ver el miedo en sus mayores. Ver el pánico y la impotencia reflejados en los ojos de sus padres o de sus abuelos. Esa sensación nunca la habían experimentado. Aún hoy, muchos se ponen en alerta cuando oyen el ruido de un avión o una sirena. Ahora, merced a este trabajo, se le da valor a una parte de la historia de Gijón que, hasta ahora, no era más que una batallita del abuelo.

¿Cómo se organizaron las fuerzas republicanas gijonesas para defenderse de los ataques? En los primeros meses, hasta septiembre, como buenamente pudieron. No se sabía cuánto podía durar la guerra. Fue entonces cuando se colectivizaron las empresas y la industria y desaparece el dinero. La situación, durante esos primeros meses, es caótica. Luego, la organización es más sólida. En el otoño del 36 se establece una orden gubernamental merced a la cual se crea el frente popular en diciembre. La estructura gobernativa que organiza la vida civil y de guerra es directamente dirigida por el pueblo, al carecer de un ejército estable y organizado. Se crean consejerías, similares a las que existen hoy en el Gobierno del Principado, y se redoblan los esfuerzos en sanidad y educación. La situación se solventó de manera notable.